Estamos viviendo una coyuntura compleja a nivel global: la desconfianza de los ciudadanos ante las instituciones, la polarización de países, la triste realidad que más de 350 millones de jóvenes no trabajan ni estudian en el mundo y la falta de articulación entre las diferentes organizaciones que trabajan para resolver estos problemas, son algunos de los grandes desafíos en los que se asienta nuestra realidad.

La situación en Colombia no es diferente, sentimos la desconfianza que tiene la sociedad frente a la democracia; el desempleo en jóvenes, mujeres y población vulnerable presenta cifras elevadas; somos uno de los países con mayor inequidad en el mundo, donde para salir de la pobreza pueden pasar más de diez generaciones.

Aún así, no todo es negativo, si contemplamos esta realidad desde la evolución, el panorama presenta esperanza y oportunidades. La pobreza en Colombia bajó del 50 por ciento, al 27 en los últimos 15 años, la población está disminuyendo su tasa de crecimiento y la expectativa de vida subió.

Además, en Colombia tenemos una enorme ventaja, aunque su población está envejeciendo, aún existe un bono demográfico que puede ayudar a fortalecer su desarrollo social y económico.

Atender estos retos y ver las nuevas oportunidades es la tarea que tiene el mundo, para que cada generación tenga más oportunidades que la anterior. Esta es una tarea que cada país, cada territorio, debe asumir con responsabilidad para que logremos juntos mover la aguja en las diferentes agendas priorizadas.

En Fundación Corona llevamos 56 años trabajando por la equidad y el desarrollo social del país. Lo hemos hecho en conjunto con aliados, en diferentes territorios y temáticas, aprendiendo en el camino y fortaleciendo las capacidades locales, con miras a la sostenibilidad en el tiempo. Esta experiencia y aprendizajes durante décadas han desembocado en modelos sistémicos que pretenden crear sinergias, para cambiar nuestro país e inspirar a otros.

En la coyuntura actual vemos que muchos de nuestros aliados están reconociendo que es más valioso pensar en el desarrollo del territorio, bajo enfoques integrales, que el éxito de un proyecto. Sin embargo, debemos seguir cuestionando y aprendiendo cómo lo podemos hacer mejor y crear cambios significativos y sostenibles. Desde nuestra experiencia y visión identificamos cuatro puntos clave que pueden servir de ruta para un trabajo articulado y cada vez más efectivo en los territorios:

1. Trabajar en equipo va más allá de compartir agendas comunes. Las alianzas deben orientarse a acuerdos de largo plazo, reconociendo las voces de todos los actores y catalizando sus fortalezas.
    
2. Es necesario trabajar desde los territorios de forma sistémica, reconociendo su visión y oportunidades particulares, haciendo un análisis profundo de cada contexto, y adaptando modelos y estrategias.

3. Es importante empezar a incorporar nuevos esquemas de financiación para programas sociales, como los esquemas de pago por resultado (Sibs.co), logrando atraer nuevos y más recursos a problemáticas comunes.
    
4. Aprovechar la revolución tecnológica y de datos. Tenemos a nuestra disposición una gran cantidad de información, datos e historias que podrán fortalecer las acciones, aprendizajes, desempeño y la toma de decisiones para el desarrollo social.

Estos cuatro puntos sirven de base para trabajar sobre el gran reto de identificar visiones comunes y acuerdos, sobre las regiones y el país que queremos tener, buscando nuevas formas de trabajar en los territorios y desarrollar nuevos liderazgos para conseguir este gran objetivo.